Alerta amarilla: la medicina en tiempos de Mercado Libre, desconfíe de un médico que no lo examina

Por Delfina Godano
Médica Especialista en Clínica
Hace una semana, mi marido me alertó sobre una publicidad que le había llegado de Mercado Libre —ML, de ahora en más—: ofrecía atención médica virtual, disponible las 24 horas, los 7 días de la semana. Al principio pensé que era ridículo y lo dejé pasar. Pero con el correr de los días, y gracias a la invitación de mi jefe, el Dr. Federico Galluccio, a que opináramos sobre el tema en nuestro Servicio de Clínica Médica del Hospital J. B. Iturraspe, la idea siguió rondando en mi cabeza y vino Mafalda a decirme: paren el mundo, me quiero bajar.
Para quienes aún no lo sepan, ML lanzó un servicio de telemedicina con consultas a $4.990. A través de DoctoRed, una empresa de medicina prepaga asociada a la plataforma, cualquier usuario con cuenta y aplicación puede acceder a un médico, obtener recetas y hasta órdenes para estudios.
Más allá de los honorarios —muy por debajo del mínimo ético que establece nuestro Colegio— y de que la telemedicina tiene su utilidad en determinados contextos (sobre todo en el seguimiento de pacientes crónicos), este modelo erosiona la calidad de la atención médica.
La paradoja es grotesca: la misma empresa que hoy ofrece “salud digital” mañana le envía gratis un vaper, producto prohibido por la ANMAT desde 2011 por dañar los pulmones.
Un gran pediatra santafesino, Juan Carlos Beltramino, me enseñó que los médicos debemos usar los cinco sentidos:
- Oímos atentamente las preocupaciones de nuestros pacientes, indagamos sobre su hogar, trabajo, composición familiar y relaciones interpersonales.
- Observamos lo que transmite un mirada, el entorno, los signos de su enfermedad.
- Olemos el rastro de leña que traen sus ropas, el aliento a manzana de un diabetico descompensado, el fetor hepático de un cirrotico.
- Tocamos, al examinar el hígado, una rodilla dolorida, un ganglio inflamado y también damos la mano o un sincero abrazo cuando quien padece lo pide.
- Degustamos una torta asada o pasta frola de dulce de sandía (si, la pasta frola de sandía existe) que nos lleva el paciente como muestra de agradecimiento.
El médico Paco Maglio solía contar que una anciana le pidió que le tomara el pulso, a pesar de que estaba conectado al monitor cardíaco: “Es que aquí nadie me toca Doctor”, le dijo. No hay algoritmo ni aplicación capaz de suplir ese hambre de piel.
Los profesionales de la salud seguiremos trabajando por el bienestar físico, social y emocional de la población. Pero no podemos dejar de advertir los riesgos de convertir la atención médica en un producto más del catálogo virtual como si fuera lo mismo que comprar un par de zapatillas: Fast fashion versus fast Medicine. El próximo paso me temo que será: consulta con especialista en 12 cuotas sin interés.
Mientras tanto, como mencionó el periodista Jairo Straccia, Marcos Galperin, fundador de ML, descansa cómodamente en su reposera de Punta del Este.
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