Presencia antes que regalos: claves para vivir un Día del Niño con menos pantallas y más conexión
La psicopedagoga Micaela Trapani reflexionó sobre la importancia de reconectar con los hijos, reducir el tiempo frente a las pantallas y regalar experiencias que fortalezcan el vínculo familiar
Con la llegada del Día del Niño —o de las Infancias, como también se lo denomina en la actualidad—, las vidrieras, los catálogos online y las publicidades se llenan de ofertas, promociones y productos pensados para sorprender a los más chicos. Sin embargo, detrás del costado comercial que caracteriza a esta fecha, hay una oportunidad más profunda: detenerse a pensar qué lugar ocupan hoy nuestros hijos en nuestras rutinas, cuánto tiempo real compartimos con ellos y cómo construimos momentos significativos en medio de la vorágine diaria.
En un contexto donde las pantallas se han vuelto parte ineludible de la vida familiar y el trabajo suele extenderse más allá de los horarios formales, el desafío es reconectar. El Día del Niño puede ser, entonces, una excusa perfecta para recuperar el diálogo, el juego, las salidas y las experiencias compartidas que dejan huellas más duraderas que cualquier objeto material.
Sobre estos temas, y con la mirada puesta en cómo lograr una crianza más consciente y equilibrada, el programa Mañana UNO (FM 106.3) dialogó con la psicopedagoga Micaela Trapani, quien dejó varias reflexiones para pensar y actuar en familia.
Relaciones
— ¿Qué sentido cree que debería tener el Día del Niño?
—Más allá de lo comercial, es una oportunidad para detenernos y reflexionar sobre el tiempo que dedicamos a nuestros hijos. No hay nada más valioso que nuestra presencia activa: jugar, charlar, salir a caminar o cocinar juntos. Son experiencias que se graban en su memoria afectiva.
—En ese sentido, ¿qué opina sobre el uso de pantallas en la vida cotidiana de los chicos?
—Las pantallas están muy presentes, pero no pueden reemplazar el contacto humano. Es fundamental establecer momentos libres de dispositivos para conversar, mirarnos a los ojos y prestar atención plena a lo que el otro nos dice. El celular, la tablet o la televisión no pueden ser la niñera permanente.
—¿Qué alternativas propone para este Día del Niño?
—Regalar experiencias. Puede ser una tarde en el parque, una salida cultural, andar en bicicleta o leer juntos. Los objetos se rompen o se olvidan, pero las vivencias compartidas fortalecen el vínculo y construyen recuerdos que duran toda la vida.
—¿Cómo trasladar este espíritu más allá de un solo día al año?
—Podemos empezar con pequeños gestos: apagar el celular durante la comida, dedicar unos minutos diarios para jugar o conversar, y mostrar interés genuino por lo que sienten y piensan nuestros hijos. Se trata de un hábito, no de un evento aislado.
—En la actualidad, muchos padres sienten que no tienen tiempo. ¿Qué les diría?
—El tiempo se hace. A veces no se trata de disponer de horas enteras, sino de aprovechar los momentos que ya tenemos. Un trayecto en auto, el desayuno juntos o una caminata hasta la escuela pueden convertirse en espacios de conexión si los usamos con conciencia.
—¿Cómo influyen las rutinas familiares en el desarrollo emocional de los chicos?
—Las rutinas dan seguridad. Saber que hay momentos predecibles para estar en familia ayuda a los chicos a sentirse cuidados y valorados. No hablo de un cronograma rígido, sino de ciertos rituales que se repiten y transmiten estabilidad.
—¿Y qué pasa con las familias que atraviesan crisis o conflictos?
—En esos casos, la comunicación es aún más importante. Explicarles a los chicos lo que pasa con palabras simples, validar sus emociones y asegurarles que cuentan con nosotros, incluso en momentos difíciles, es clave para que se sientan protegidos.
—¿Algún mensaje final para este Día del Niño?
—Que podamos regalarles tiempo, escucha y amor. Todo lo demás es secundario. Los hijos no recordarán si el juguete era el más caro, pero sí cómo los hicimos sentir.
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